Lo cierto y verdad es que hasta que la vida me llevó –o me arrastró, según se mire-, a tierras de La Mancha no sabía lo que era un pozo de nieve. Ciertamente, conocía la historia de cómo falleció Sir Francis Bacon, al que una neumonía se llevó por delante cuando investigaba cómo el frío retrasaba la descomposición de los cadáveres.
El caso es que un día de inverno de 1626 el bueno de Francis pensó que, como experimento de campo, sería una estupenda idea enterrar un pollo en la nieve. Se pescó una gripe que, dado que andaba ya por los 65 años (Bacon, no el pollo) se convirtió en una neumonía que se lo llevó por delante. El ave, eso sí, estaba en perfectas condiciones. O eso se cree, pues la literatura científica no ha dicho jamás nada sobre ello.
En cualquier caso, lo que hizo Sir Francis Bacon al enterrar al desgraciado animal en la nieve, fue algo que ya dos siglos antes de nuestra era una práctica común: los romanos conservaban los alimentos en neveros artificiales o, tal como los hemos llamado hace un par de párrafos, pozos de nieve.
El sentido práctico y los descubrimientos
Fue gracias al sentido práctico de los manchegos que pude descubrir y saber cómo eran estas construcciones o, llegado el caso, excavaciones. Si un sitio contenía un pozo de nieve, la mentalidad práctica de un pastor manchego y, con él la de todo un pueblo, llamaría al lugar “Pozo de la Nieve”. Mi curiosidad hizo el resto para que llegara a saber qué y cómo era.
Leyendo y oyendo, pude saber que el gran desarrollo de los neveros artificiales se produjo entre los siglos XVI y XIX, aunque estuvieron en uso hasta bien entrado el siglo XX. Fue el nacimiento de las máquinas frigoríficas el que marcó la proliferación de las fábricas de hielo y, andando el tiempo, los frigoríficos domésticos.
No todo puede ser perfecto
Destacaremos una ventaja y dos desventajas del nacimiento de este electrodoméstico: como contra, desapareció un oficio curioso que pervivió hasta, más o menos, 1931. Como avance, el ahorrarnos los viajes al nevero a buscar comida. Y como dramático retroceso, los horribles imanes de nevera que algunos lucen en un electrodoméstico imprescindible en la vida actual.
Claro que, tratándose de avances como tan útil electrodoméstico, incluso de las desventajas podemos sacar partido. Esto es: alguno de estos imanes puede muy bien ser el soporte del teléfono de un servicio técnico –entre otros números también muy útiles-. Al fin y al cabo, la perfección no existe y ni siquiera el mejor de los aparatos está libre de necesitar un repuesto.
Porque no siempre sabemos tratar bien a nuestras posesiones
Ya que hablamos de piezas de repuesto y de frigoríficos, hablemos de aquellos de los que una casa como Recambios Ral es distribuidor y, por tal motivo, la mejor de las garantías de calidad y satisfacción del cliente. Y es que nos encontramos ante un distribuidor oficial de la marca Liebherr.